viernes, 22 de septiembre de 2006

Heridas de muerte

Cuando se ven tantos sufrimientos y se escuchan pasos de rabia por las habitaciones del aire, se me cortan las palabras y pienso para qué tantos manifiestos, tantos discursos, si no somos capaces de apagar la venganza, de poner en orden el mundo y conjugar una respuesta global sobre inmigración. Siento que todo el veneno se nos va por la boca, haciendo que la violencia y la criminalidad suba como la espuma. Palabras que fueron alegres como la esperanza, apasionadas como el beso en los labios, amorosas como un suspiro, han perdido el signo de la claridad y el carácter de lo auténtico. Un castillo de falsedades nos dejan mudos, mientras los ojos de los farsantes reparten abrazos que son despedidas. A poco que uno se haga débil, le envían a rodar por un terraplén para que la soledad te entierre.
Como un portazo en las narices, la amargura la recibimos a diario, está a la orden del día, porque tenemos el corazón helado y un ejército de depredadores que nos chupan las entretelas. El corazón de los humanos anda bastante herido, quién no tiene deseos y le cortan las alas. Cuántas ilusiones perdidas en esta marea roja que hasta la pureza contamina. Nada de lo poético se considera, se desoye a la rosa que injerta versos a la existencia. Para empezar, vivir en estado vegetativo no está bien visto en este mundo encenizado por un sistema de producción enfermizo. Si no produces debes de morirte, o te dejan morir de asco. Oiga que somos más que un cuerpo que camina de acá para allá. Tenemos sentimientos. Sin duda, la peor cárcel es un corazón enrejado al que se le cortan las cuerdas de la vida. Lo de vivir y dejar vivir debiera ser ley de vida en una tierra que legisla contra natura; un acto de amor, una norma de obligado cumplimiento si no queremos que se desplome el mundo.
Todo se mueve muy distante. Que corra el aire, se dice. Parece que nadie se fía de nadie. Y, sin embargo, precisamos dejarnos querer. Pienso que una forma hacendosa de ayudarse y ayudar a vivir, radica en no ser nada, para serlo todo; de no querer todo; de no querer nada, para quererlo todo. Todo para despertar a la emoción de la vida. Hoy mismo recibo un correo electrónico de Intermón Oxfam (llevan cincuenta años arrimando el hombro para cambiar el mundo), donde se me dice que necesitan personas dispuestas a luchar contra las causas de la pobreza, contra las injusticias, y no simplemente contra sus consecuencias. Necesitan gente convencida de que es posible lograr que algún día los más desfavorecidos dejen de necesitar auxilio.
Este e-mail ahonda mi pensamiento. Y recapacito, maduro la idea, me abstraigo. Si, considero que antes que del mundo debiéramos ser de la poesía, o sea, del alma antes que del cuerpo. No tiene sentido dividir las aguas y levantar muros, conquistar tierras y enquistar odios. Separar la tierra por zonas, unas de bienestar y otras de miseria, es el más terrible de los pensamientos ilícitos. ¿Quién es quién para separar? En efecto, hay como dos humanidades en un mismo universo, en un orbe se derrocha, en otro se perece; en uno se muere de abundancia, en el otro en la más horrible indigencia; en uno vive el reino de los obesos, mientras en el otro se suplican unas migajas. ¿Por qué no inventamos una mesa sola y nos sentamos todos de verdad a lomos del amor? Es la voluntad la que hace mover las montañas. En donde no hay solidaridad no puede haber justicia. Así lo creo.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
corcoba@telefonica.net

Choque y alianza de civilizaciones

Samuel Huntington, en su libro “Choque de civilizaciones”, relata que existen en este mundo cinco civilizaciones, la occidental, la islámica, la china, la hindú y la japonesa, que chocan entre sí. Ahora bien, ¿qué entendemos por civilización y por choque?. Civilización es el conjunto de ideas, creencias, costumbres, ciencias y artes que forman y caracterizan el estado social de un pueblo o de una raza; y choque es el desacuerdo, conflicto y encuentro violento entre personas y civilizaciones de pueblos o razas.
El actual Presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, propone una “Alianza de civilizaciones”, entre las civilizaciones occidental e islámica, para solucionar el choque entre las mismas; a cuya idea se adhieren varios jefes de Gobierno, entre ellos, el de Turquía, ante los crueles y trágicos actos terroristas del 11 S. del 2001 en Nueva Cork, del 11 M. del 2004 en Madrid y del 7 J. del 2005 en Londres, que causaron millares de muertes inocentes, tanto dolor y sufrimiento personal y familiar y tanta destrucción y daño.
Una alianza entre civilizaciones es un pacto entre ambas. Ahora bien, ¿ es posible una alianza o pacto entre las civilizaciones occidental e islámica, cuando la occidental está formada fundamentalmente por las religiones judía y cristiana, y la islámica por la religión musulmana, que tienen creencias, costumbres leyes y culturas propias, esencialmente diferentes e innegociables, siendo actualmente los judíos 10 millones, los cristianos 2.000 millones y los islamistas 1.300 millones de fieles, extendidos por toda tierra, con un carácter marcadamente misionero?.
El Judaísmo cree en un Dios único, cuyo pueblo elegido es Israel, su libro es el Tora, su caudillo y libertador es Moisés, su gran rey es David, su gran esperanza es el Mesías esperado, que llevará a este pueblo al esplendor material y espiritual, cuya moral y ley son el amor nacional, y cuya política es la del “el diente por diente, ojo por ojo” con los demás pueblos, en defensa de sus territorio y de sus creencias y de sus leyes.
El Cristianismo cree en un Dios, uno en naturaleza y trino en personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en la encarnación del Hijo de Dios en la persona divina de Jesucristo, crucificado y resucitado, Salvador de cuantos le creen y siguen prometiéndoles la vida eterna; tiene sus propios sacramentos, y su moral y sus leyes principales son el amor a Dios y al prójimo universal, el perdón fraternal de los pecados y el matrimonio monogámico, único e indisoluble. El Judaísmo y el Cristianismo no aceptan el Corán, como palabra de Dios, ni a Mahoma como profeta.
El Islamismo cree en un Dios único, llamado “Alá”, y que Mahoma es su profeta definitivo, sus libros son el Corán y la Sunna, donde se recogen los dichos y hechos inspirados por el ángel Gabriel al profeta. Cree en la recompensa de la vida eterna, y en un paraíso feliz a los fieles musulmanes que participen y mueran en la yihad, o guerra santa contra los infieles, judíos y cristianos, imperialistas y colonialistas. Enseña que los judíos y cristianos han corrompido la Biblia, la cultura y la sociedad. Niega la divinidad y la resurrección de Jesucristo, aunque le consideran un profeta, junto con Moisés; y acusan a los cristianos de politeístas.
El Islamismo manda orar varias veces al día, dar la limosna legal a los pobres, ayunar durante el mes de Ramadán y peregrinar una vez a la Meca. Estable como ley, la Sharia, donde se regulan los actos obligatorios, recomendados, desaconsejados y prohibidos; entre ellos, se permite la poligamia, se ordena la plena sumisión de las mujeres casadas al marido y se castiga el adulterio de la mujer con pena de muerte.
Las estructuras de convivencia social, política y religiosa de la civilización islámica son totalmente distintas a las de la civilización occidental, judía- cristiana. La civilización occidental es objeto de rencor y rechazo moral por parte de la civilización islámica, basada en una política teocrática y en unas etnias refractarias al progreso y a la separación entre el poder político y religioso, que hace que la inmensa mayoría de musulmanes vivan en una situación de pobreza, atraso e ignorancia. El terrorismo islámico es un producto y un recurso desesperado de las minorías radicalizadas contra la civilización occidental. El papa Benedicto XVI, siendo cardenal, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en sus conversaciones con los periodistas, Vittorio Messori en 1985 y Peter Seeward en 1996, dijo: “grupos árabes intentan hacer una interpretación del Corán según la teología de la liberación por medio del terrorismo islámico”.
Ambas civilizaciones han estado históricamente desde sus inicios en constantes choques, conflictos y desacuerdos, por medio de guerras, cruzadas, luchas y disputas, dando lugar a millones de muertes humanas y a un inmenso dolor, sufrimiento, destrucción y desconfianza humana mutua. El escritor marroquí Tahar Jelloum hizo un llamamiento urgente a los Estados musulmanes para que: “inicien una revolución cultural que separe la religión de la ideología, es decir, de lo político, y denuncien con energía y sin ambigüedades estos desvíos criminales”, pero ciertos islamistas no están por el diálogo, sino por la lucha.
El sentimiento de los islamistas es, hoy día, de que los judíos y cristianos no tienen moral ni fe religiosa, están secularizados y materializados por la economía del libre mercado y del bienestar económico; sin embargo, ellos se consideran la fuerza religiosa segura y firme, que tiene que decir algo al mundo. En este estado de ideas y de cosas, ¿es posible la alianza entre estas dos civilizaciones, occidental e islámica, como pacto y compromiso de paz, en evitación de guerras y terrorismo?. ¿Tendrá razón Rudyard Kipling, al decir: “Oriente es Oriente y Occidente es Occidente y nunca se encontrarán”. No lo se, al menos intentémoslo mediante el diálogo, que pienso va ser muy complicado y difícil..

José Barros Guede, A Coruña, septiembre 2006

La ley de matrimonios del mismo sexo

La ley 13 /2005, del 1 de julio del pasado año, legaliza los matrimonios del mismo sexo y los equipara a los de distinto sexo con sus mismos derechos y obligaciones. Modifica el Código civil español añadiendo un segundo párrafo al artículo 44, “el matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo sexo o de sexo diferente”; y cambia los términos “marido y mujer” por el de “cónyuges” en los artículos 66 y 67. Dicha ley fue presentada a las Cortes españolas por el Gobierno socialista del Sr. Rodríguez Zapatero, como una necesidad social y jurídica apremiante, siendo aprobada el 30 de junio de 2005.
Esta ley es publicada con suma urgencia en el Diario Oficial del Estado al día siguiente de su aprobación, entrando en vigor el 3 del mismo mes y año. Llama la atención su urgente publicación y su entrada en vigor, cuando lo normal es que las leyes, por importantes que sean, suelen ordinariamente publicarse en un plazo de quince a veinte días, entrando en vigor con cierto espacio de tiempo prudencial; salvo casos de necesidad apremiante y extraordinaria, que no es el caso.
En mi opinión, esta ley no solo es antilingüística, inmoral, antijurídica, inconstitucional y de incalculables consecuencias personales; sino que, además, ni era urgente, ni había necesidad extraordinaria alguna para su publicación al día siguiente de su aprobación (viernes día 1 de julio) y para su entrada en vigor el primer día hábil (lunes 3 de dicho mes), como se demuestra por la celebración posterior de matrimonios del mismo sexo.
Es antilingüístca, porque la palabra matrimonio proviene de los términos latinos “matris muniens”, defendiendo a la madre, término propio y exclusivo de los matrimonios de distinto sexo. La Real Academia española define el matrimonio como “la unión del hombre y la mujer, legalizada con las solemnidades religiosas o civiles establecidas para constituir la familia”. Los informes del Consejo de Estado, del Poder judicial y de la Real Academia española manifestaron en su día, que no debían llamarse matrimonios a los del mismo sexo.
Dicha ley es antimoral y antijurídica, porque la persona humana, hombre y mujer, como los demás animales, son naturalmente sexuados y se aparejan bajo los géneros masculino y femenino, macho y hembra, en orden a generar vida dentro de su especie y a complementarse, movidos por un instinto, una fuerza y una necesidad vital. Los homosexuales y lesbianas, aunque como personas son iguales a los heterosexuales, no tienen capacidad moral y jurídica para contraer matrimonio entre personas del mismo sexo; dado que no pueden engendrar ni generar vida humana ni son pareja sexuada. No se discriminan ni se vulnera artículo alguno de la Constitución actual española al prohibirles el matrimonio, como pretende enseñar el preámbulo de dicha ley al decir que los matrimonios del mismo sexo son “una opción sexual” y que “la historia evidencia una larga trayectoria de discriminación basada en la orientación sexual”.
La ley natural, la historia, los derechos, romano, canónico y civil de todos los tiempos, el sentido común y el pensar de casi todos las personas y políticos de este mundo entienden, que el matrimonio es la unión exclusiva de personas de distinto sexo, hombre y mujer. Todas las legislaciones de las naciones de ayer y de hoy, a excepción de Holanda, Bélgica y España, en la actualidad, no admiten los matrimonios del mismo sexo, por considerarlos contrarios a la moral y al derecho.
Dicha ley es inconstitucional. Su preámbulo dice “la Constitución no excluye en forma alguna una regulación que delimite las relaciones de pareja de una forma diferente a la que ha existido hasta el momento”. En mi opinión, la Constitución actual excluye cualquier otra forma de matrimonio, que no sea la de personas de distinto sexo entre hombre y mujer; porque, aunque no da una definición explícita de matrimonio, la da implícitamente, al decir “el hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica”. Sus legisladores así lo entendieron, como cualquier mente normal y sensata lo entiende a luz de la razón, de la naturaleza animal y humana, de la historia y del derecho. Lo contrario es ir contra la razón, la naturaleza, la historia y el sentido común de los seres humanos.
Esta ley es de incalculables consecuencias para los contrayentes. Sin pasar un año de su publicación y vigor, un contrayente homosexual ha presentado ya una demanda de separación contra su pareja matrimonial, el 22 de este mes junio en Madrid, pidiendo 7.000 euros de pensión, el uso del hogar conyugal y ajuar doméstico por quince años y el encargo de los perros que poseen, pudiendo el demando disfrutar de ellos según los días y forma señalados por el juez en el convenio regulador. Este es un caso aleccionador y al mismo tiempo esperpéntico. No se puede legislar contra las leyes naturales, contra la historia y contra el sentido común.
La urgencia de la publicación y de la entrada en vigor de dicha ley no era necesaria ni estaba justificada. El Instituto nacional de Estadística da 1.275 matrimonios celebrados del mismo sexo durante seis meses del pasado año 2005, de los cuales, 923 fueron entre personas homosexuales y 352 entre personas lesbianas, lo que supone un 0/6% de los 209.125 matrimonios habidos en España durante el citado año. En Galicia, en estas mismas fechas, se celebraron 40 matrimonios del mismo sexo, lo que representa un total del 0/34% del total de 11.785 habidos. Concretamente, en la provincia de a Coruña tuvieron lugar 29 matrimonios entre personas homosexuales y 18 entre personas lesbianas, en la de Pontevedra 9 homosexuales y 2 lesbianos, y en las provincias de Ourense y Lugo ninguno.
Dichos datos demuestran que no había razón ni necesidad extraordinaria alguna para la publicación al día siguiente de su aprobación y entrada en vigor en el primer día hábil. Fue un despropósito y una imprudencia. Sobre todo, si este proceder lo comparamos con lo legislado en el Reino Unido, vanguardia de todas las modernidades y derechos. El Parlamento inglés aprueba una ley de uniones del mismo sexo en 2005 y no admite ley alguna de matrimonios del mismo; y ordena entre en vigor un año después de su aprobación y publicación. Es más, fue el líder de los homosexuales y lesbianas quien se opuso a que la ley de matrimonios del mismo sexo se considerara y se llevara al parlamento británico, al reconocer que este término, políticamente y jurídicamente, no es propio para las uniones del mismo sexo.
La boda de un concejal del ayuntamiento de Ourense, celebrada en el mes de abril de este año, ha dado lugar a que el obispo de Ourense, monseñor Luis Quinteiro Fiuza, manifestara “ha conmocionado a gran parte de la sociedad y ha entristecido a las personas católicas”. Ciertamente, su publicidad, su convite pantagruélico y la asistencia de relevantes políticos del partido popular y sus palabras tan desafortunadas defendiendo este tipo de matrimonios del mismo sexo han llamado fuertemente la atención pública en sentido negativo, cuando su partido tiene interpuesto un recurso de inconstitucionalidad ante el Tribunal constitucional contra la mencionada ley. ¡Lamentable!.

José Barros Guede, A Coruña, 26 de junio del 2006

Un pequeño héroe


Hay héroes grandes y pequeños.
Mi héroe favorito está en la casa. Se llama Luis Felipe. Es pequeño. Apenas con 2 años.
Es mi héroe porque siempre está feliz.
Es inocente. No conoce la maldad.
Siempre dice la verdad, aunque sea con sus gestos y la mirada pura.
Dice lo que piensa (tengo hambre, quiero a mi mamá, me oriné, quiero el avión)
Le encanta jugar, comer, dormir, y pasear con nosotros.
Disfruta los abrazos.
Y más le gusta que lo abracen.
Me recuerda que la vida vale la pena, que es hermosa y sobre todo que es un regalo de Dios.
La luna, que tenía tan olvidada, se ha vuelto parte de nosotros y en las noches jugamos a encontrarla.
Las piedras, son un tesoro escondido.
Las hormigas, un descubrimiento asombroso.
Los perros, animales que tienen algún tipo de imán que atrae a los pequeños héroes.
Sí, mi pequeño héroe está en casa.
Siempre dispuesto a alegrarme los días y hacerme feliz.
Cuando llego del trabajo corre hacia mí, me abraza con fuerza, tanta que me río de alegría y me remata con un beso.
Los verdaderos héroes suelen ser pequeños, como los niños que nos envía Dios, para que los eduquemos y seamos familia.
La familia que él sueña, una familia para Dios

Autor: Claudio De Castro

martes, 19 de septiembre de 2006

Religión y Violencia

Benedicto XVI ha sido centro de atención de buena parte de la prensa mundial a raíz de un párrafo de su conferencia en la Universidad de Ratisbona, donde había sido profesor, ante 1500 profesores universitarios.
En su lección magistral –no homilía ni catequesis- titulada Fe, Razón y Universidad, el Papa ha invitado al diálogo entre razón y religión y negó el uso de la violencia para obtener la fe de los no creyentes –el “o te conviertes o te mato”- y, por tanto la justificación religiosa de la violencia: es imposible la fe no aceptada a través de la libertad. “No actuar razonablemente es contrario a la naturaleza de Dios’ dijo Manuel II Paleólogo. En el diálogo de las culturas invitamos a nuestros interlocutores a encontrar este Logos, esta amplitud de la razón” dijo textualmente Benedicto XVI. Es decir, además de “Deus caritas est”, Dios es amor según el título de su primera encíclica, pero también Dios es razón; la fe en un Dios irracional, árbitro absoluto, fácilmente, en la práctica, puede generar mucha violencia como testifica la historia.
Estos días algunos comentaristas han hecho referencia a hechos históricos, como las Cruzadas, la Inquisición, en que se empleó la violencia para recuperar territorios invadidos injustamente o defender la fe. Estos hechos deben valorarse sin demagogia ni anacronismos que provocarían un juicio desajustado; y al mismo tiempo recordar que la Iglesia Católica es de las pocas instituciones que públicamente ha pedido perdón por sus errores.
No es de extrañar que un discurso tan bien argumentado sobre la naturaleza de la fe haya puesto el dedo en la llaga de aquellos que entienden a Dios como una fuerza irracional. El Papa no se ha retractado de lo dicho. Se ha lamentando de la mala interpretación de sus palabras en la cita de un emperador bizantino del siglo XIV que asociaba la doctrina de Mahoma con la violencia.
Sin embargo, la reacción a sus palabras -de confrontación, con mucha violencia- no es una respuesta de la inteligencia a un razonamiento exquisitamente argumentado; más bien es una respuesta intolerante ante el planteamiento intelectual de la incompatibilidad entre violencia y fe.
Para muchos occidentales, el Papa no estuvo “políticamente correcto” al citar a Manuel II Paleólogo. Quienes piden prudencia y etiquetan sus palabras como un paso en falso –dicen “no esta el horno mundial para bollos”- deben recordar que no se puede pedir prudencia cuando con ella se encubre el propio miedo a la verdad y se cede terreno ante el radicalismo religioso; bien sabemos que el fanatismo islámico, con una artificial suspicacia y victimismo, busca cualquier ocasión para manipularla políticamente.
Por otra parte, para muchos, el silencio de algunos políticos de Occidente, e incluso su disculpa ante la violenta reacción de algunos fanáticos, es una renuncia, posiblemente denigrante, a defender la razón ante la barbarie irracional. Porque, la razón -muy valorada por Benedicto XVI- es la mejor medicina contra la patología religiosa del fundamentalismo.
Sin embargo, estos mismos que callan luego no exigen disculpas cuando se hieren sentimientos religiosos o incluso ellos mismos, en otras ocasiones, arremeten con desprecio –“casposos” y otras lindezas- contra los sentimientos católicos. Uno no puede dejar de pedir menos demagogia y más autenticidad.
Algún escritor ha comparado la finura política de Juan Pablo II con la “inoportunidad” de Benedicto XVI. Pero ¿no se enfrentó Juan Pablo II, con audacia y de modo inequívoco, a los totalitarismos comunistas que, incluso, había padecido en su patria? Benedicto XVI ¿no señalaba en su discurso los peligros del fanatismo religioso, en particular del Islam? ¿No está defendiendo el Papa la libertad de pensar y la libertad de creer? ¿Dejaremos al Papa solo cuando explica con rigor algo tan fundamental e importante para la civilización occidental? Da alegría comprobar que el Papa encara los problemas de nuestro tiempo, como la fe desde la razón, con altura universitaria.
Lo que ha ocurrido es muy distinto al asunto de las caricaturas de Mahoma, condenable por su falta de respeto. En el fondo todos nos damos cuenta que el fanatismo en el Islam, cada vez más creciente, es uno de los problemas de los próximos años para la comunidad internacional. Sin embargo, también sabemos, como lo sabe Benedicto XVI, que la mayor parte del Islam no es fundamentalista.
Carlos Moreda de Lecea

lunes, 18 de septiembre de 2006

La financiación estatal a la iglesia

El Estado Español y la Santa Sede firman el 3 de enero de 1979, entre otros, un Acuerdo sobre Asuntos económicos de la Iglesia Católica española, que contiene su financiación y su exención de impuestos. Es ratificado por el pleno del Congreso de diputados por 279 votos positivos contra 21 negativos del PSOE y PCE y 5 abstenciones, y por el Senado por 188 votos positivos, sin negativos y abstenciones, el 4 de diciembre de 1979.

Dicho Acuerdo establece sobre la financiación: "El Estado se compromete a colaborar con la Iglesia en su adecuado sostenimiento económico, con respecto absoluto del principio de libertad religiosa. Trascurridos tres años completos desde la firma de este Acuerdo, el Estado podrá asignar a la Iglesia Católica un porcentaje del rendimiento de la imposición de la renta o patrimonio u otra de carácter personal, por el procedimiento técnicamente más adecuado. Para ello, será preciso que cada contribuyente manifieste expresamente, en la declaración respectiva, su voluntad acerca del destino de la parte afectada. En su ausencia de tal declaración, la cantidad correspondiente se destinará a otros fines. Este sistema sustituirá a la dotación a que se refiere el apartado siguiente, de modo que proporcione a la Iglesia Católica recursos de cuantía similar. En tanto no se aplique el nuevo sistema, el Estado consignará en sus Presupuestos Generales la adecuada dotación a la Iglesia Católica, con carácter global y único, que será actualizada anualmente. Durante el proceso de sustitución, que se llevará a cabo en plazo de tres años, la dotación presupuestaria se minorara en la cuantía igual a la asignación recibida por la Iglesia Católica. La Iglesia Católica declara su propósito de lograr por sí misma los recursos suficientes para atención de sus necesidades. Cuando fuere conseguido este propósito, ambas partes se pondrán de acuerdo para sustituir los sistemas de colaboración financiera en los párrafos anteriores de este artículo, por otros campos y formas de colaboración económica entre la Iglesia Católica y el Estado" (Art. 2).

Conforme a este artículo entre España y el Vaticano, el Estado Español se compromete a colaborar en el adecuado sostenimiento de la Iglesia Católica española, con respeto al principio de libertad religiosa, bajo las siguientes formas de financiación:

1º- Seguir con el sistema de dotación, actualizado anualmente, de la Iglesia Católica, consignado en los Presupuestos Generales del Estado Español, por tres años, desde 1980 hasta 1983, que es prorrogado hasta 1987. Este sistema de dotación presupuestaria de la Iglesia Católica lo establecen los gobiernos liberales del siglo XIX, en compensación a la desamortización y venta de los bienes eclesiásticos y a la supresión de sus diezmos y primicias. Ha estado vigente en todos regímenes y gobiernos del Estado Español, a excepción de los de la segunda República.

2°.- Establecer un porcentaje del rendimiento de la imposición sobre la renta o el patrimonio libremente asignado por el declarante. El Gobierno socialista de Felipe González, en 1987, establece el sistema de asignación tributaria del 0/52% sobre la cuota integra del impuesto sobre la renta de las personas físicas a la Iglesia Católica, entre otros fines propuestos, por un periodo de cuatro años hasta 1991, inclusive; marcando libremente el declarante la x en su casilla correspondiente, y garantizándole un mínimo de ingresos, hasta que la Iglesia Católica, de acuerdo con el Estado, pueda financiarse "por otros campos o formas en colaboración" entre ambas instituciones. El Gobierno socialista de Felipe González prorroga esta asignación tributaria hasta 1995, y el Gobierno popular de José María Aznar la prorroga, también, hasta 2005, en concierto con la Conferencia Episcopal Española.

Los declarantes, que marcan más la casilla correspondiente a la Iglesia Católica, son los de las Comunidades de Navarra, Andalucía, Extremadura, Castilla la Macha, y están por debajo de la media nacional, los de Cataluña y de Galicia, resultando un 30% o 35% en toda España. El sistema de asignación del 0/52% sobre la cuota integra tributaria a la Iglesia Católica por los contribuyentes, aunque ha ido en ascenso, nunca cubre los presupuestos de necesidades de la Iglesia Católica, completando el Estado Español su diferencia. En el año 2002, el partido socialista en la oposición, manifiesta que opone a que el Estado Español entregue a la Iglesia Católica más dinero, que el que sus fieles le asignan en su casilla correspondiente. Pero una vez instalados en el poder renuncian a ello.

El Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero incluye una partida de 144,771 millones euros en los prepuestos generales del Estado Español del año 2006 para financiar la Iglesia Católica, a cuenta de dicha asignación tributaria, prorrogada para este año, en vistas a negociar una nueva financiación de la Iglesia conforme a lo estipulado en el acuerdo económico con la Santa Sede. La Conferencia Episcopal Española presenta un presupuesto de gastos y necesidades de 157,711 millones de euros para el año 2006, y de ingresos de 144,24 millones de euros procedentes de la asignación tributaria del 0/52% del IRPF (80%) y de la aportación complementaria y graciosa de la Hacienda estatal española, más 6.000 euros de donativos y 12.47 millones de euros que aportan las diócesis.

Los 144.24 millones de euros, que aporta el Estado Español por la vía de la asignación tributaria y complementaria prorrogada, representa solo "el 30-35% de necedades básicas del funcionamiento de la diócesis" según Fernando Giménez Barriocanal, Vicesecretario de Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española; los cuales se emplean en pagos a la Seguridad Social, cubrir los gastos de la Conferencia Episcopal y nóminas de obispos y curas diocesanos. El Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, Antonio Martínez Camino, manifiesta que esta cantidad de euros "no es nada escandalosa, si la comparamos con los 100 millones de euros que Caritas española recibe de donativos particulares en el año 2005".

Buscando otras alternativas de financiación, unos indican el sistema de deducción del 40% del impuesto de la renta de personas físicas por donaciones a la Iglesia Católica. Fernando Giménez Barriocanal, anteriormente citado, es partidario del actual sistema de asignación tributaria, elevando el 0/52% al 0/8%; dado que en Italia está establecido el 0/8%, en Dinamarca 1%, en Suecia el 1,25%, en Suiza el 2% del IRPF; y en Alemania existe un impuesto o recargo religioso a los fieles para financiar las necesidades de las distintas confesiones cristianas. La diócesis de Colonia recibe por este concepto el doble de euros, de los que percibe la Iglesia Católica española.

El Presidente del Gobierno socialista, Sr. Rodríguez Zapatero ha manifestado que no piensa denunciar los acuerdos con la Santa Sede. Se ve en la disyuntiva política de prorrogar el citado sistema de asignación tributaria a la Iglesia Católica o de buscar otros campos o formas de colaboración económica, de acuerdo con la Iglesia Católica, representada en España por la Conferencia Episcopal Española, para el ejercicio económico del año 2007. El partido y el Gobierno socialista está divido sobre continuar o no con la actual financiación del Iglesia Católica en la forma establecida hasta ahora, porque algunos la consideran anticonstitucional; sin embargo, el Presidente del Gobierno, Sr. Rodríguez Zapatero, está dispuesto a prorrogar el sistema de la asignación tributaria, elevando el porcentaje del 0/52% al 0/7%, sin añadir cantidad complementaria alguna.

José Barros Guede, A Coruña, a 12 abril del 2006

Las relaciones entre la iglesia y el estado

El 25 de junio del 2005, el papa Benedicto XVI visita al presidente del Estado italiano, entonces, Cario Azeglio Ciampi, acompañado de los presidentes de las Cámaras y del Gobierno de Italia en el palacio del Quirinal. Con tal motivo pronuncia un discurso, donde declara: "es legítimo un sano Estado laico, separado de la Iglesia, sin excluir las referencias éticas fundadas sobre la religión, respetando la ética religiosa". Distingue laicidad de laicismo, y dice "el Estado político laico es neutral con la religión, mientras que Estado político laicista es hostil con la religión". Revela sus tres principales preocupaciones, "la defensa de la familia fundada sobre el matrimonio, la defensa de la vida y la educación de los jóvenes". Manifiesta "la separación de responsabilidades entre el Estado político y la Iglesia, junto con el respeto mutuo, son claves de la convivencia armoniosa y de colaboración entre ambas instituciones. El anuncio del Evangelio es un servicio al crecimiento espiritual de los pueblos y un progreso hacia al concordia y la paz".

Los libros, "Informe sobre la Fe" de Vittorio Messori y "Sal de la Tierra" de Peter Seewald, recogen unas declaraciones del actual Papa, siendo todavía cardenal, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde expone su pensamiento sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado político. La idea de la separación entre ambas instituciones se debe al Cristianismo. Anteriormente, había una identidad entre el poder político civil y religioso en todas las culturas, que era sagrado. El Antiguo Testamento nos muestra esta relación. El Imperio romano tenía su religión de Estado, el culto á sus dioses y al Emperador; y solo permitía las religiones privadas, si éstas reconocían a las del Estado. El Cristianismo se opuso a ello, entrando en confrontación con dicho Imperio.

La separación de la Iglesia católica del Estado político es un legado cristiano de libertad. A finales del siglo XVIII y lo largo del todo el XIX, la Ilustración racionalista enseña y practica la separación de ambas instituciones, con la finalidad de reducir la religión a algo subjetivo e imponer el absolutismo del Estado político. Una Iglesia libre es buena en un Estado político libre, pero la religión tomada como algo subjetivo es mala. En los tiempos actuales, la Iglesia necesita pasar a la oposición profética con el coraje y la fuerza de la verdad, desempeñando siempre un papel constructivo humano y social.

El periodista judío Franz Oppenheimer escribe "las democracias deben su origen al mundo cristiano de Occidente, porque si bien, las ideas democráticas proceden de Grecia, fueron transmitidas por la cultura judeo-cristianas". Las constituciones de los monasterios, de las órdenes y de las congregaciones religiosas católicas, con sus capítulos y votaciones, establecen el modelo de gobierno democrático desde la Edad media; y las primeras democracias americana, inglesa, francesa y española, están basadas en los valores de la fe cristiana.

El papa Benedicto XVI legitima un Estado político laico o neutral en el ámbito religioso y se opone al Estado político laicista, hostil con la religión, porque él, su familia y muchos cristianos alemanes sufrieron en sus vidas el dolor, el sufrimiento y la crueldad del Nacionalsocialismo de Hitler, creador de una Iglesia estatal germana, antilatina y antiromana. Prefiere un Estado político laico a un Estado nacional católico; de ahí que sea partidario de la separación entre el Estado político y la Iglesia católica, conviviendo armoniosamente ambas instituciones dentro de unas normas de respeto y colaboración mutua.

Concretamente, las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado español en su historia fueron nacional-católicas en la España romana y visigoda, en los Reinos de la Reconquista, de los Reyes Católicos, de los Austrias, de los Borbones, en la España constitucional de la primera (1812), cuarta (1845) y sexta (1876) Constitución y en el Régimen del general Franco. Fueron laicistas en la España constitucional de la segunda (1834), tercera (1837), quinta 1869) y séptima (1931) Constitución, siendo esta última, la de la segunda República, la más hostil y agresiva contra la Iglesia católica; más aún, que la segunda y tercera Constitución españolas, las cuales dieron lugar a la matanza de eclesiásticos, quema, desamortización y venta de los bienes de la Iglesia, en los gobiernos de los liberales progresistas del Conde de Toreno, Mendizábal, Calatrava y Espartero.

La novena y actual Constitución de 1978 es laica o neutral, pero establece relaciones de cooperación con la Iglesia católica y otras confesiones; al decir "ninguna confesión tendrá carácter estatal, los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y demás confesiones" (Art. 27, p. 2 y 3). En este marco actual constitucional, las relaciones entre el actual Gobierno socialista del señor Rodríguez Zapatero y la Iglesia católica son conflictivas y laicistas, a causa de la ley de los matrimonios homosexuales y del incumplimiento de los acuerdos de 1979, firmados entre el Vaticano y el Estado español.

Los matrimonios del mismo sexo no solo son anticristianos, sino que, según mi opinión, son antilingüísticos, antijurídicos, inconstitucionales y de graves consecuencias personales y sociales. La palabra y concepto de matrimonio es propio y exclusivo de la unión de personas de distinto sexo, según su etimología, su naturaleza, su historia y según él derecho romano y civil de todos tiempos y según el sentido común de los seres humanos. El matrimonio es para generar hijos y tener familia; y los matrimonios del mismo sexo no pueden generar hijos ni vida humana. El trato que la actual LOE da a la enseñanza de la religión católica escolar es discriminatorio, comparable con las demás enseñanzas fundamentales. La enseñanza de la religión católica debe ser una disciplina fundamental, porque el alma del ser de España, de su cultura y civilización, ha sido y es la fe cristiana católica de la mayoría de sus ciudadanos.

José Barros Guede, A Coruña, a 26 de junio de 2006

La enseñanza y la educación en España

La enseñanza y la educación son disciplinas humanas complementarias muy importantes. La enseñanza proporciona conocimientos lingüísticos, literarios, científicos, técnicos, filosóficos, sanitarios, profesionales y religiosos, necesarios y útiles a las personas. La educación forma la voluntad y los sentimientos humanos ordenados a la convivencia familiar y ciudadana, fundada en los valores de la verdad, libertad, justicia, democracia, matrimonio, familia, respeto, bienestar y trabajo. Ambas disciplinas tienen por objeto el desarrollo armónico e integral de la persona humana en todas sus dimensiones y posibilidades personales y sociales. La enseñanza y la educación deben ser políticas de Estado, a las que, las demás instituciones civiles, militares y religiosas han de prestar su colaboración, por la gran trascendencia que ellas tienen en la vida y en la sociedad humanas.

Sin embargo, los distintos regímenes, partidos políticos e instituciones de diverso carácter tienen sumo interés en establecer leyes y normas de enseñanza y educación de acuerdo con sus ideologías y creencias, como base y fundamento de su permanencia futura en el poder político. Desde los años de 1960 hasta el 2006, los españoles hemos sufrido diversas reformas de enseñanza y educación: las de los ministros Lora Tamayo, Villar Palasí, Martínez Esteruelas, la LOGSE del partido socialista en 1990, la LOCE del partido popular en el 2002, y ahora la LOE del partido socialista en 2006, con la que no está de acuerdo el partido popular y otras fuerzas políticas educativas e instituciones, entre ellas la Iglesia Católica. La legislación de la enseñanza y de la educación española, y en concreto la LOE recientemente aprobada por la mayoría de los diputados del Congreso y del Senado, debe adecuarse a los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y a la actual Constitución española.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos ordena: 1°- "Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos". 2°-"La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales, favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz". 3°- "Los padres tendrán el derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos".

La vigente Constitución, inspirándose en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, establece lo siguiente: 1°-"Todos tienen derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza". 2°-"La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respecto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales. 3°- "Los poderes públicos garantizarán el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral, que esté de acuerdo con sus convicciones". 4°-"La enseñanza básica es obligatoria y gratuita. 5°- "Los poderes públicos garantizarán el derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la enseñanza con la participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación de centros docentes". 6°- "Se reconoce a las personas físicas y jurídicas la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios constitucionales". 7°- "Los profesores, los padres, y en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que establezca la ley". 8°- "Los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema educativo para garantizar el cumplimento de sus leyes". 9°-"Los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley establezca". 10º- "Se reconoce la autonomía de las Universidades en los términos que la ley establezca".

A la luz de los textos citados, todos los españoles tienen derecho a una justa igualdad de oportunidades en orden a recibir la enseñanza y la educación, conforme a sus cualidades y vocación específica, y a la libertad de enseñanza en centros escolares públicos y privados. La personalidad humana se desarrolla creando y manteniendo hábitos éticos de convivencia familiar y social, y respetando los derechos y libertades de los demás. Sin embargo, vemos, hoy día, que la convivencia familiar, social y política está muy deteriorada. Las relaciones entre esposos y entre padres e hijos, base fundamental de la sociedad y de Estado Español, quiebran por falta de respeto, fidelidad confianza, socorro, auxilio y gratitud. Las relaciones sociales y políticas son, también, hoy día, muy conflictivas, debido a intereses materiales e ideológicos. La nueva asignatura, "Educación para la ciudadanía y derechos humanos", que el actual Gobierno socialista establece en la educación primaria y secundaria de la LOE, debe enseñar no solo derechos, sino también deberes y conductas buenas de convivencia matrimonial, familiar, social y política, basados en la ética humana, en el deber ser y en la urbanidad ciudadana.

Los padres, como progenitores, tienen el derecho primario e inalienable de educar a sus hijos según su formación religiosa y moral, conforme a sus convicciones; y los Estados políticos tienen el deber de velar y tutelar este derecho paterno con el fin de que se cumpla. La enseñanza básica comprende la primaria y la secundaria, ambas son obligatorias para todos los ciudadanos españoles, y están financiadas por el Estado español en los centros públicos y privados. La LOE, también, financia la segunda etapa de la educación preescolar, niños de 3 a 5 años. El ministerio de Educación y Ciencia debe garantizar la enseñanza y la educación de todos los españoles, compartiendo la programación general de los centros escolares con todos los sectores afectados, y reconociendo la libertad de creación de éstos a las personas físicas y jurídicas; debe ordenar que los profesores, padres y alumnos intervengan en el control y gestión de los centros financiados por el Estado Español; debe inspeccionar y homologar el sistema educativo y ayudar a los centros que cumplan con los requisitos legales; y debe, finalmente, reconocer el derecho a la autonomía de las Universidades, en el marco de una ley estatal general establecida.


José Barros Guede, A Coruña, 11 de abril del 2006