sábado, 29 de abril de 2006

La Granada de la concordia


Celebrar en una ciudad como Granada, donde el arte mana en cualquier plaza y las letras emanan en cualquier esquina, un encuentro de ministros de cultura europeos, considero que es todo un acierto. Esta ciudad invita a fundirse en las civilizaciones y convida a dejarse llevar por el verso de la interculturalidad. Ella misma, por sí misma, es un crisol de sensaciones y un espejo en el cristal del agua que corre por sus venas.
Al parecer, este encuentro pretende hacer del diálogo intercultural un proceso permanente en Europa y un elemento transversal en la acción de la Unión Europea, como continuación de la Convención para la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, que aprobó la UNESCO en octubre del año pasado. Encontrarse, hallarse todos con todos, es una necesidad vital; un camino necesario para la paz. Que sea Granada la capital de la conciliación, de la concordia, del pacto y de la amistad, pienso que es una acertada elección. Aquí conviven y viven ciudadanos de todas las culturas, crecidos en multitud de cultivos, respetando cada uno la identidad del otro.
Nos alegra que, estos aires granadinos enraizados en la cultura ancestral, sirvan de inspiración para el establecimiento de una agenda común y de una plataforma que haga del diálogo intercultural un proceso permanente en la acción de la Unión Europea. Realmente creo que las naciones precisan con urgencia se trabaje por el acercamiento de las culturas de manera que los valores universales de la persona sean acogidos por doquier con un espíritu de fraternidad y solidaridad. Para descubrirse hay que penetrar en las identidades culturales de cada cual y, al mismo tiempo, favorecer el intercambio de culturas abriéndolas a los valores de la universalidad e incluso, yo diría, de las religiones.
Ahora bien, hoy más que nunca el ser humano precisa que se le defienda contra las amenazas que se ciernen sobre su desarrollo dentro de la diversidad. La falta de comprensión que hoy se respira al respecto, en una Europa dormida y dividida, sin norte moral, incapaz de consensuar principios éticos y de hacerlos cumplir, es un hecho tan real como vivo. Veo bien que estas gentes de la cultura tomen partido (no partidismo), pero que lo hagan por la humanidad (no por la política), hablen en verdad claro y profundo, denuncien las concepciones que reducen a la persona a una cosa que se puede manipular, humillar o eliminar arbitrariamente; en suma, esclarezcan desde sus tribunas que el amor no cotiza, se dona; y que la justicia ha de ser igual en este mundo de desiguales.
El paisaje de Granada, y también su paisanaje, es propicio tanto para versar como para conversar y converger. Lo deseamos de alma. Lo pido de corazón. Porque, a mi juicio, jamás nunca estuvo el hombre tan mortificado como lo está hoy por sistemas económicos explotadores y por trepas que apuñalan, que acosan y marginan a colectivos débiles. Las inteligencias y los corazones, como bien saben los que amasan el pan verdadero de la cultura, buscan luz que ilumine y amor que reanime. Nuestra época, la Europa de raíces cristianas, nos revela descarnadamente el hambre espiritual y la inmensa agonía que viven algunas gentes enfrentadas consigo mismo por no hacerse valer, el valor de ser persona.

Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net

miércoles, 26 de abril de 2006

El PSOE miente sobre la financiación de la Iglesia Católica


El diario Expansión publicó, el pasado día 7 de diciembre, una noticia titulada El PSOE acusa a la Iglesia de recibir una financiación “inconstitucional”, en la que decía, fundamentándose en un informe titulado Datos y cifras: asignación presupuestaria del Estado a la Iglesia: “En los últimos cinco años la Iglesia ha recibido una sobrefinanciación en torno a los 200 millones de euros. Subvención que consigue a cargo de los contribuyentes con independencia de sus ideas y credo religioso. Así, en los últimos 15 años, según el PSOE, el Estado ha pagado de más 450 millones a la Iglesia. Esto supone que anualmente, como media, la sobrefinanciación es superior a los 40 millones de euros… El Gobierno denuncia el incumplimiento del acuerdo de 1979”.
Una vez más queremos denunciar las mentiras y manipulación de la opinión pública que, dentro del permanente ataque a la Iglesia Católica, realiza este Gobierno, falsamente socialista (por su dependencia de Polanco, el apoyo a la banca, a la dictadura marroquí...) y laicista, y sus medios afines, fieles todos ellos a la masonería. Para ello vemos necesario hacer una serie de aclaraciones a la opinión pública sobre la financiación de la Iglesia.
1. La Iglesia, jurídica y administrativamente, no es una entidad. Solamente en España son 40.000 entidades distintas: parroquias, órdenes religiosas, movimientos, asociaciones, fundaciones, organizaciones, diócesis. Cada una tiene su propio estatuto económico, cada una lleva sus propias cuentas, según las leyes civiles vigentes y según el derecho canónico. Hablar de “el dinero de la Iglesia” es como hablar de “el dinero de la sociedad civil”: se refiere a muchas entidades distintas y de muy diversas funciones. Sólo la Conferencia Episcopal Española es dueña de dos editoriales, promociona la Universidad Pontificia de Salamanca, tiene institutos extranjeros, y, además colabora con el asesoramiento de 69 diócesis, 23.000 parroquias y más de 15000 entidades adscritas a la Iglesia.
2. El Estado no subvenciona a la Iglesia. Son los ciudadanos quienes libremente asignan una cantidad de dinero a la Iglesia mediante la casilla del IRPF. El Estado no da ese dinero, lo dan los ciudadanos. El Estado lo único que hace es ayudar a recaudarlo. Resulta fundamental el respeto a los acuerdos con la Santa Sede en materia económica. Unos acuerdos que no son un privilegio sino que suponen el desarrollo del espíritu de la Constitución. En ellos, el Estado se obliga a cooperar con la Iglesia, por lo que el complemento presupuestario que reciben los católicos forma parte de lo acordado entre España y la Santa Sede. Acuerdo firmado el 3 de enero de 1979. Aquel texto fue elaborado tras la entrada en vigor de la Constitución y su ratificación fue aprobada por el Pleno del Congreso de los Diputados (273 votos a favor, 21 en contra y 1 abstención) y por el Pleno del Senado, por unanimidad (188 votos a favor, ningún voto en contra y ninguna abstención). Este acuerdo preveía la sustitución progresiva de la antigua dotación a la Iglesia Católica con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, por un sistema de asignación tributaria, en virtud del cual la aportación económica de la Iglesia la harían sólo aquellas personas que lo deseen y manifiesten de forma expresa en su declaración de la renta, que el año pasado marcaron 5 millones de contribuyentes, menos de un tercio del total.
Es mentira que la Iglesia no haya conseguido la autofinanciación desde este Concordato de 1979, ya que la asignación del 0,52 % fue decidida unilateralmente por otro Gobierno del PSOE, basándose en el supuesto de que todos los ciudadanos marcaran esa casilla. Muy por debajo de otros países europeos, como por ejemplo Alemania, donde cada ciudadano con capacidad fiscal, por el sólo hecho de estar bautizado, destina automáticamente a su Iglesia (católica o protestante) una cantidad adicional de un 9 % sobre lo que paga a Hacienda. La Conferencia Episcopal Española recuerda que con que sólo se destinara el 0,8 % del IRPF de las personas que actualmente lo hacen, la Iglesia cumpliría su deseada autofinanciación. Por lo tanto, el “complemento” que el Estado aporta a la Iglesia es lo que falta para cumplir los acuerdos de 1979 y no ningún privilegio. Es más, hoy la Iglesia Católica en España recibe, vía complemento presupuestario, un 10 % menos que hace 15 años; mientras que la aportación directa de los fieles que marcan la casilla correspondiente en el IRPF, se ha incrementado en un 49 %.
El vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española, D.Fernando Jiménez Barriocanal nos recuerda en una entrevista del pasado mes de diciembre que hay que buscar una solución técnica que evite que cada año se tenga que estar pidiendo lo que por los acuerdos Iglesia-Estado le corresponde a la Iglesia: la cuantía similar. Y nos recordaba que soluciones técnicas hay muchas. Hay que estudiar qué es lo que ocurre cuando la gente no hace declaración de la renta, pero paga impuestos vía retenciones, y ver qué ocurre con esos contribuyentes. Hay que ver si estamos aplicando correctamente la cuota concreta. Hay que ver por qué cada vez que el Gobierno publica los datos no publica los datos del País Vasco y Navarra, donde las competencias de recaudación están transferidas a las haciendas forales, y no sabemos si ese dinero se lo reclama la Agencia Tributaria Española a las haciendas forales.
Por otro lado, si acudimos a los presupuestos aprobados por la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española para este año 2006, que cualquier persona interesada puede encontrar en su página web, vemos que sólo un 10% va destinado a gastos de personal: remuneración de los Sres. Obispos y Seguridad Social del Clero diocesano. El resto se distribuye entre las aportaciones a la Santa Sede, el Fondo Intermonacal, Ayudas al Tercer Mundo, Confers, Universidad de Salamanca, Ayudas a proyectos de evangelización y otros conceptos. Por lo tanto, es nuevamente mentira que ese dinero se destine a “pagar a los curas”.
3. En España el Estado tiene una larga tradición de confiscar bienes eclesiales, y las confiscaciones a la Iglesia siempre han perjudicado al pueblo y han beneficiado a la burguesía. Cuando al Estado le falta dinero, confisca cosas a la Iglesia. Empezó en 1768 (Reforma de Olavide), cuando se expulsó a los jesuitas y se confiscaron sus tierras. Justo antes de la Guerra de la Independencia (desamortización de Godoy) se confiscaron los bienes de hospitales, hospicios, casas de misericordia y cofradías, casi todas ellas entidades eclesiales. En 1808 era José Bonaparte, el hermano de Napoleón, quien confiscaba bienes eclesiales. En 1823 fueron las Cortes de Cádiz, decretando la reducción a un tercio del número de monasterios y conventos. De 1834 a 1854 la famosa desamortización de Mendizábal confiscó todas las propiedades de monjes y frailes y parte de las del clero secular. En 1855 la Ley Pascual Madoz fue la confiscación más completa de bienes del clero, tanto regular como secular. Estas confiscaciones nunca beneficiaron a los pobres, sino que contribuyeron a enriquecer a la burguesía urbana y rural. Hoy todavía se mantiene viva esta tradición de expropiar. Una víctima preferencial son los conventos de monjas carmelitas: en el 2003 el Ayuntamiento de Córdoba (IU) quería expropiar un huerto a un convento carmelita, pero 40.000 firmas y una oleada de e-mails pararon la medida. Lo mismo intentó el ayuntamiento socialista de León en el 2004 con sus carmelitas descalzas, con la consiguiente reacción de los ciudadanos. En Esplugues (Barcelona), el Ayuntamiento socialista en el 2005 acosaba con desahucios y expropiaciones a un monasterio de dominicas. Una vez más, la presión ciudadana ha bloqueado el proceso.
4. ¿Dónde están los privilegios fiscales de la Iglesia? La exención de tributación por los ingresos propios de la actividad religiosa o la reducción del tipo del Impuesto de Sociedades al 10 % son las exenciones previstas para cualquier institución acogida a la ley de fundaciones, no sólo la Iglesia Católica. Tal como contempla la ley, la Iglesia cumple con sus tributos obligatorios (actividades empresariales, cesión de patrimonio a terceros, incrementos de patrimonio, etc.); y en el ámbito de la Seguridad Social se cumplen también todos los requisitos derivados de la ley. Por lo que se refiere al Impuesto de Patrimonio, cabe recordar que la ley distingue entre las personas físicas y las jurídicas. Así, los sacerdotes tienen las mismas obligaciones fiscales que el resto de los ciudadanos, mientras que las casas parroquiales están exentas de ese impuesto. Y si se refiere al Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), todas las confesiones religiosas (en España, católicos, evangelistas, judíos e islámicos) están libres de ese tributo. También están exentas de tributos locales e impuesto de sociedades las fundaciones, ONGs, entidades sin ánimo de lucro y federaciones deportivas, entre otras. Respecto a la exención del IVA, en el artículo 4 del Concordato se establece la exención total de los impuestos reales y de producto, y posteriormente en la OM de 29 de febrero de 1988 pactada con la Iglesia española, se detalla el contenido de dicha exención aplicable al IVA de los templos, que no alcanza a la totalidad del importe, ya que los materiales no quedan exentos, es decir, que la exención del IVA se aplica sobre la plusvalía del constructor y la mano de obra, aproximadamente la mitad del coste, cuyo valor medio ronda el millón de euros, lo cual está dificultando a la Iglesia la tarea de encontrar constructor. La Comisión Europea propone como alternativa el modelo portugués, en el que primero se abona el IVA y posteriormente es devuelto por parte de la Administración.
Como conclusión afirmamos categóricamente que no hay una sobrefinanciación ni ningún tipo de privilegio para la Iglesia Católica por parte del Estado. Este Gobierno utiliza el anticlericalismo porque es lo único que le da un perfume de izquierdas, un Gobierno que pasará a la historia por haber destruido más valores sociales y morales en menos tiempo. Es la Iglesia Católica la que ahorra al Estado más de 31.000 millones de euros al año (5,19 billones de ptas) sólo en su labor social y educativa. Una Iglesia Católica que, en su servicio a la sociedad, ofrece un 5.580 % más de lo que recibe. Si la Iglesia no prestase sus servicios a la sociedad, tendrían que aumentarse considerablemente los impuestos para que estos servicios pudieran ser asumidos por el Estado. Periodistas, políticos e intelectuales de esta falsa izquierda que tenemos actualmente afirmaban recientemente que el Estado no podría asumir las tareas sociales de la Iglesia. ¿Quién se ocuparía de los enfermos de sida, de los colectivos más pobres, de las prostitutas…? se preguntaban algunos de ellos.

Mª Luisa Sáinz, economista
Jaime Gutiérrez, sacerdote diocesano

martes, 25 de abril de 2006

¿Derechos para los simios?


El Grupo Socialista desea que el Gobierno apoye el llamado “Proyecto Gran Simio”, una iniciativa presidida por el filósofo Peter Singer que pretende la inclusión de los grandes simios (chimpancés, gorilas, bonobos y orangutanes) en la categoría de “personas”, otorgándoles la consecuente protección moral y legal, hasta ahora reservada sólo a los humanos.
El Proyecto, que dice inspirarse en los ideales de la sociedad anti-esclavista, argumenta partiendo del parentesco genético que vincula a los humanos con estos antropoides, así como de la semejanza que, según los promotores del mismo, existe entre el comportamiento de los humanos y el de estos animales.
A estas alturas de la película, uno ya no se asombra de nada. Podría pensarse en una tomadura de pelo en sede parlamentaria, como tantas otras a las que cada día asistimos. Pero parece que el asunto va en serio, y podría desembocar en una Ley que colocase a España en la “vanguardia” mundial de la defensa de los simios. España siempre es diferente. Cada día más.
Aunque hay miles de seres humanos que son vejados en su dignidad, que no ven reconocidos sus derechos, que son objeto de explotación, de compra-venta o de esclavitud – situación que no parece alarmar a Singer y sus secuaces - , lo que más llama la atención de este Proyecto no es el deseo de tratar bien a los simios, sino la voluntad de redefinir el concepto de persona. El reconocimiento de la singularidad humana está en entredicho. Y, por consiguiente, también lo está el reconocimiento de la razón por la cual el ser humano es persona y sujeto de derechos inalienables.
Por más parentesco biológico que exista entre seres humanos y orangutanes, chimpancés, gorilas y bonobos, en el hombre se da un salto cualitativo en virtud del cual es “persona”; es decir, un individuo racional, un “alguien” y no un “algo”, capaz de conocerse, de poseerse, de ejercitar su libertad y de entrar en comunión con otras personas. Si vamos a la raíz, la singularidad humana encuentra su último fundamento en la capacidad de ser interlocutor de Dios, por haber sido creado el hombre “a imagen de Dios”, capaz de conocer y de amar a su Creador. En la condición de persona se encuentra la base de los derechos fundamentales del hombre; derechos inalienables, que no son el resultado de una concesión del Estado, sino que son previos a toda legislación positiva.
Los animales, ni siquiera los animales más próximos al hombre en la escala evolutiva, no son titulares de derechos. Con frecuencia, las características “humanas” que se les atribuyen son el resultado de la proyección que sobre su comportamiento se hace de las claves que permiten comprender el comportamiento humano. Que los animales no sean titulares de derechos, y mucho menos de derechos “humanos”, no significa que los hombres no tengamos obligaciones hacia ellos. Les debemos aprecio y hemos de evitar, por respeto a nuestra propia dignidad, hacerles sufrir inútilmente o sacrificar sin necesidad sus vidas.
Si el “Proyecto Gran Simio” va adelante llegaremos a la paradoja de ver como se le reconoce a un orangután una serie de derechos que se le niegan a un feto humano de siete meses, a un enfermo terminal, o a un niño aquejado de parálisis cerebral. Todo muy “lógico”, desde los parámetros de la filosofía animalista, pero todo muy inhumano y muy decadente. También hoy, cuando se desliga del sentido común, el sueño de la razón genera monstruos.
Guillermo Juan Morado.
Lic. en Filosofía. Dr. en Teología.

lunes, 24 de abril de 2006

Libertad sólo en la literatura


La libertad sembrada por el escritor mexicano Sergio Pitol, recogida por los muros de la Universidad, que tampoco es lo que es, también ha decrecido, previo rescatarla de la literatura, quizás porque no se encuentre en otro sitio, nos recuerda que lo de hacer esto o aquello sólo existe en las letras. El reino de los pillos ha tomado reinado y lo primero que han metido entre rejas ha sido la bondad del decente.
El derecho del más fuerte es la mayor tajada de libertad que se nos muestra. Las dominaciones económicas hacen corral en un mundo de gallineros. Realmente siento pánico ante la legión de esclavos posesivos que sólo aspiran a poseer. Les importa un rábano tu libertad, se la tragan maliciosamente. Por eso es tan importante promover seres humanos libres en una sociedad prisionera, presionada, aprisionada, apresada por los bárbaros de la argucia.
No se hace libre a las personas cuando el camino es una trampa continua y constante. Miré los muros de la patria mía, como el poeta lo hizo tras el espejo del alma, y vi el contrasentido de la actuación con la palabra dada; divisé que la cultura deshumaniza, que hay leyes que atacan a la dignidad humana, enredos políticos que aborregan, conquistadores que te llevan al huerto donde la reineta es el embuste.
Si no hay verdad entre lo que se dice y hace, la libertad tampoco nace. Donde no hay humedad no puede salir un manantial de versos. También les tengo miedo a esos liberadores de talante individualista que a golpe de puño levantan su libertad, pero no cuentan con la libertad del vecino, tan necesaria como la suya. Nos queda la literatura y poco más, porque la libertad de conciencia ya se han encargado de herirla, los dioses falsos de la retórica con altar en cada esquina, mediante adoctrinamientos y artimañas.
Se han perdido tantas razones de libertad que de todas las especies me quedo con la natural, aquella que tienen las flores por donde no transita persona humana. Pido, pues, tolerancia para ser libre en un mundo de esclavos. Espero que don Quijote y Sancho, tan humanos y tan divinos, me dejen utilizar el disfraz de su verbo para no morir sin palabras y con los labios simulados. Santa libertad, la verdadera, quedo a tus pies para salir volando.
Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net

¿Cómo es nuestro Padre Dios?


Por: Claudio De Castro

Todo Poderoso
Omnipotente
Omnipresente
Intemporal
Creador
Inteligente
Amable
Bueno.
Tierno
Santo.
Comprensivo.
Dispuesto a perdonar siempre.
Generoso.
Para El Nada hay imposible.
Nos instruye
Nos orienta.
Nos ama inmensamente.
Nos sostiene.
Nos da la vida.
En verdad… lo da todo, por nosotros.
¿Qué más puedo pedir?
Nada.
Porque con Él, lo tengo todo.
Con Él, lo puedo todo.