sábado, 24 de junio de 2006

“Hasta el viento y las aguas le obedecen” Domingo 12 del Tiempo ordinario

El mar, en numerosos pasajes de la Escritura, representa el lugar de las fuerzas adversas; por ello, infunde temor. Pero el poder del mar, de lo hostil, no es un poder absoluto. Dios puede dominarlo. En el Libro de Job, Dios aparece como aquel que “cerró el mar con una puerta” y que le impuso un “límite con puertas y cerrojos” (cf Job 38, 1.8-11).

El pasaje evangélico que recoge San Marcos tiene como escenario el Mar de Galilea, llamado también lago de Genesaret. Es un lago de agua dulce de unos 21 km. de largo por 12 de ancho, con una profundidad que llega a los 40 metros. Del Mediterráneo, que está a unos 40 km. de distancia del lago, llegan los vientos dominantes que, a veces, soplan con fuerza y forman torbellinos, debido a los bruscos cambios de presión. Cuando esto sucede, se desencadenan tormentas breves pero violentas, con olas que ponen en aprieto a las barcas que surcan las aguas (cf F. Varo, “Rabí Jesús de Nazaret”, Madrid 2005, 19-20).

Podemos pensar que la tempestad que relata San Marcos es una de estas tormentas: “una gran tempestad de viento, y las olas se echaban encima de la barca, hasta el punto de que la barca ya se inundaba” (Marcos 4, 37). No es de extrañar que los discípulos que iban en la barca se alarmasen. Quizá lo que más miedo les daba es que Jesús estuviese durmiendo; de ahí el reproche que le dirigen: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?”.

Jesús doblega con el imperio de su voz al viento y al mar; a las fuerzas hostiles. Manifiesta así su poder divino, porque sólo Dios puede poner “puertas y cerrojos” al mar. El milagro de la tempestad calmada testimonia que Él es el Hijo de Dios; que obra con el poder de Dios (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 548). Es esta autoridad de Cristo lo que causa el sobrecogimiento de los discípulos, que se llenan de temor y se preguntan unos a otros: “¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?” (Marcos 4, 41).

Cuando este texto evangélico se escribió parece que la naciente comunidad cristiana experimentaba grandes persecuciones y dificultades, y el miedo se iba apoderando de esos primeros cristianos. De ahí que recordasen este episodio de la vida del Señor, en el que Cristo vence la hostilidad del mar encrespado.

Las dificultades, las persecuciones, el miedo, incluso el pecado, no están nunca del todo ausentes de la vida de los que formamos la Iglesia. En el Via Crucis de Roma, de 2005, el Cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, oraba con estas palabras: “Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero los empañamos nosotros mismos. Nosotros somos quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia: también en ella Adán, el hombre, cae una y otra vez. Al caer, quedamos en tierra y Satanás se alegra, porque espera que ya nunca podremos levantarnos; espera que tú, siendo arrastrado en la caída de tu Iglesia, quedes abatido para siempre. Pero tú te levantarás. Tú te has reincorporado, has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos”.
Necesitamos fe, para no contemplar solamente lo que nos parece “una barca a punto de hundirse”, sino, sobre todo, para centrar nuestra mirada en Jesucristo, que no abandona nunca a su Iglesia. Es el encuentro personal con Él lo que hace nuevo todas las cosas (cf 2 Corintios 5, 14-19), lo que transforma la tormenta en suave brisa, lo que enmudece las olas del mar.

Guillermo Juan Morado.

viernes, 23 de junio de 2006

¿QUÉ QUIERES CONSEGUIR CON EL ALCOHOL?


Me gusta la campaña, que bajo el lema: “¿Qué quieres conseguir con el alcohol?, el Ministerio de Sanidad y Consumo, coincidiendo con el inicio del verano, ha puesto en escena para llamar a la conciencia de los jóvenes, y menos jóvenes, que de todo hay en la viña del creador. Más aún, si es efectiva, y no se queda en meras campanadas al vuelo, sin resonancia en el corazón de las gentes. La sensibilización no es fácil en un mundo de contrariedades, donde se permite que menores se bañen con alcohol y se den chutes de drogas en plena calle, en plena luz del día y en cualquier esquina. Para colmo de males, todo este absurdo festín alrededor del botellón y de la noria de la estupidez, por cierto del que algunos comercios y grandes almacenes se ponen las botas, para nada tiene divertimento alguno. Ya me dirán qué andar de gallo puede ser beber por beber hasta ponerse colgado. Todo este regodeado de querer hacer gracia, lo que es una desgracia, casi siempre termina en violencia, aunque se nos venda como sinónimo de diversión o regocijo.
Está bien, pues, sensibilizar sobre los efectos nocivos del consumo de alcohol, y otras adicciones, para la salud, y sobre la necesidad de reducir los consumos de alto riesgo durante los fines de semana; pero mejor estaría hacer cumplir las leyes que para eso se han dictado. No veo mal que se eduque para no picar en los cebos que esta vida alocada, construida en las últimas horas a golpe de odios y venganzas, de competiciones y zancadillas, nos pone en el camino. Pero hay más a tener en cuenta, el peso de la ley también ha de recaer sobre aquellos adultos que desde la ilegalidad colocan ganchos y seducciones, reclamos y estímulos bajo cuerda, y luego se lavan las manos como Pilatos. Resulta aberrante el consumo masivo de alcohol, por parte de adolescentes cada día más niños, con la complicidad de negociantes de vidas humanas sin escrúpulos.
Las dos últimas encuestas sobre drogas realizadas a población escolar entre catorce y dieciocho años por el Plan Nacional sobre Drogas, en los últimos años, demuestran que la prevalencia de consumo de alcohol entre los jóvenes se ha elevado a cotas increíbles. Por desgracia, las ofertas sociales, televisivas o de ocio, ponen a disposición de nuestros niños y jóvenes, convivencias, programas y juegos, donde la degradación y frivolidad de la vida humana es manifiesta, como también lo es la desvalorización de la familia, todo unido a una farsa, donde lo salvaje y las salvajadas, se presentan como santa libertad. Todas estas realidades bochornosas que soportamos, o sufrimos en carne propia, para empezar nos debiera turbar como ciudadanos partícipes de una comunidad que queremos cada día más humana, también más dignificada y más acorde con los acordes del sentido común y de la vida.
Nos satisface toda campaña que nos haga reflexionar. Lo subrayo. La situación es bien grave y, en verdad, alarmante. El desenfreno no tiene precedentes. Todos, y máxime los poderes del Estado, todos a una, debieran poner orden en este descontrol y desconcierto demoledor que nos lleva a un pozo sin salida. Hay que ir a la raíz, no irse por las ramas, aunque tengamos que arrancar de tajo raíces que nos duelen. No se puede, de ninguna manera, llevar a cabo la destrucción de la familia como actualmente se hace y promover como cultura placeres que nos restan autonomía como personas. Ahí está la promoción de ciertos espectáculos para jóvenes etiquetados como culturales, que no lo son, sufragados en ocasiones con dinero público, que desacreditan la dignidad humana, tanto del hombre como de la mujer, instando al consumo desmedido de alcohol y otras sustancias, de manera tácita o bien patente. Cuidado que, en cada niño, nace la ternura de la vida; y, en cada joven, renace el linaje de la comprensión. Por ahí se empiezan los andares y el camino. La humanidad encauzada o a la deriva.

Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net

lunes, 19 de junio de 2006

La espiritualidad en las empresas


Faustino Vicente

El mundo de los negocios ha sido extremamente competente en el marketing de cada uno de los meses del año, comenzando con el año nuevo, el carnaval, el día del cariño, semana santa, día de la madre, vacaciones de medio años, día del padre, día del niño y finalmente Navidad, la fiesta magna del occidente cristiano. A pesar de que el objetivo mayor sea el lucro, esas promociones acaban generando empleos, aumentando la masa salarial y mejorando la calidad de vida de las personas.

Sabemos que el progreso material del mundo ha sido fantástico. Por eso resultan todavía más desalentadores los índices de evolución en términos de relación interpersonal. ¿Un ejemplo? Un reciente estudio de OIT (Organización Internacional del Trabjao) revela que la violencia en el ambiente de trabajo, incluyendo prepotencia, acoso sexual y agresión física, puede estar costando entre 0,5% y 3,5% del PIB, en ausentismos, permisos médicos y pérdida de productividad. Los daños psicológicos pueden ser irreparables. Los descubrimientos científicos y las innovaciones tecnológicas llevaron al hombre hasta las profundidades del océano y lo hicieron posar suavemente sus pies en la luna, pero todavía han sido insuficientes para que el ser humano supere su mayor desafío: amar al prójimo como a sí mismo.

La lectura de la Biblia por parte de dirigentes y funcionarios en las empresas es una excelente oportunidad para reflexionar sobre el capital y el trabajo, lo económico y lo social, el prejuicio y el respeto, el poder y el cuestionamiento, la instrucción y la educación, lo material y lo espiritual, el éxito y la felicidad, lo individual y lo colectivo, la razón y el corazón, en fin entre trabajar y trabajar con agrado.

Estos cuestionamientos deben despertar nuestra percepción hacia valores subyacentes, que deben agregar mejorías en el clima organizacional de las empresas, del ambiente familiar y del índice de desarrollo humano de las naciones. La armonía entre lo material y lo espiritual forma parte de la coexistencia pacífica entre los pueblos.

Para la clase empresarial la espiritualidad puede formar parte del planeamiento estratégico de la organización, haciendo que exista un plano de acción que incentive el intercambio de informaciones y experiencias sobre el tema entre sus dirigentes y funcionarios. Misión, visión, valores morales y normas de procedimiento contenidos en la Biblia contribuirán a que las empresas logren la excelencia en la gestión. Los principios de responsabilidad social, actualmente de moda en la gerencia, cómo motivar a las personas, ejemplos de liderazgo, trabajo en equipo, descentralización del poder, comunicación, entrenamiento, y hasta procesos operacionales y administrativos para la normalización están contenidos en ese Libro Sagrado. El desarrollo del marketing religioso interno incentivará la adhesión (voluntaria) de las personas. Investigaciones, lecturas, reflexiones y estudios sobre las virtudes morales y teologales, proverbios, crónicas, oraciones, salmos y parábolas son fuentes inagotables de saber y de equilibrio emocional.

Ya que la ignorancia es la causa principal de la pobreza, nunca está por demás una relectura sobre lo que es la educación: Proceso de desarrollo de la capacidad física, intelectual y moral del niño y del ser humano en general, promoviendo su mejor integración individual y social.

El equilibrio armónico entre la capacitación técnica, la habilidad ecléctica y la conducta ética forman la infraestructura de sustentación de una sociedad más justa económica y socialmente.

Ya que vivimos en la era del conocimiento, nada más estratégico y emprendedor que la inclusión de la espiritualidad en la gestión de las empresas, lo que nos lleva a creer que, si leyéramos, reflexionáramos y vivenciáramos las enseñanzas contenidas en la Biblia, seríamos mucho más felices y, de paso, mucho más prósperos.

* Faustino Vicente – Consultor de Empresas y de Organismos Públicos, Profesor y Abogado – e-mail:
faustino.vicente@uol.com.br - Tel. +55-11-4586.7426 – Jundiaí (Tierra de la Uva) – São Paulo - Brasil