domingo, 9 de septiembre de 2007

La impura planta del poder

Hablan por nosotros y nosotros sin habla.
Dicen y nos desdicen y nada decimos.
Se sirven, sin conciencia,
de nuestra conciencia ausente.
Nos poseen y nos pasean a su antojo,
como si fuésemos una burbuja
de nada en la codicia del poder,
y esa pujanza nos reduce al silencio.

No quiero habitar en este imperio
donde la jerarquía se merienda a los pobres.
No quiero, necesito sentir otro poder
más amoroso y un latir más libre.

Adiós, amargos poderes invisibles,
dejad que me vaya, aunque sea al olvido,
quiero llegar alzando la vista
a otros reinos con menos reinados.

Detesto el apetito de potestad y señorío
que sopla con desprecio y exclusión.

Deseo rescatar un contemplar sereno
y recordar la imagen del beso
brotando de las aguas del sol,
cuán dichoso nacimiento,
que sólo este júbilo de nacer seas el amor tú.


Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net