viernes, 22 de septiembre de 2006

Choque y alianza de civilizaciones

Samuel Huntington, en su libro “Choque de civilizaciones”, relata que existen en este mundo cinco civilizaciones, la occidental, la islámica, la china, la hindú y la japonesa, que chocan entre sí. Ahora bien, ¿qué entendemos por civilización y por choque?. Civilización es el conjunto de ideas, creencias, costumbres, ciencias y artes que forman y caracterizan el estado social de un pueblo o de una raza; y choque es el desacuerdo, conflicto y encuentro violento entre personas y civilizaciones de pueblos o razas.
El actual Presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, propone una “Alianza de civilizaciones”, entre las civilizaciones occidental e islámica, para solucionar el choque entre las mismas; a cuya idea se adhieren varios jefes de Gobierno, entre ellos, el de Turquía, ante los crueles y trágicos actos terroristas del 11 S. del 2001 en Nueva Cork, del 11 M. del 2004 en Madrid y del 7 J. del 2005 en Londres, que causaron millares de muertes inocentes, tanto dolor y sufrimiento personal y familiar y tanta destrucción y daño.
Una alianza entre civilizaciones es un pacto entre ambas. Ahora bien, ¿ es posible una alianza o pacto entre las civilizaciones occidental e islámica, cuando la occidental está formada fundamentalmente por las religiones judía y cristiana, y la islámica por la religión musulmana, que tienen creencias, costumbres leyes y culturas propias, esencialmente diferentes e innegociables, siendo actualmente los judíos 10 millones, los cristianos 2.000 millones y los islamistas 1.300 millones de fieles, extendidos por toda tierra, con un carácter marcadamente misionero?.
El Judaísmo cree en un Dios único, cuyo pueblo elegido es Israel, su libro es el Tora, su caudillo y libertador es Moisés, su gran rey es David, su gran esperanza es el Mesías esperado, que llevará a este pueblo al esplendor material y espiritual, cuya moral y ley son el amor nacional, y cuya política es la del “el diente por diente, ojo por ojo” con los demás pueblos, en defensa de sus territorio y de sus creencias y de sus leyes.
El Cristianismo cree en un Dios, uno en naturaleza y trino en personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en la encarnación del Hijo de Dios en la persona divina de Jesucristo, crucificado y resucitado, Salvador de cuantos le creen y siguen prometiéndoles la vida eterna; tiene sus propios sacramentos, y su moral y sus leyes principales son el amor a Dios y al prójimo universal, el perdón fraternal de los pecados y el matrimonio monogámico, único e indisoluble. El Judaísmo y el Cristianismo no aceptan el Corán, como palabra de Dios, ni a Mahoma como profeta.
El Islamismo cree en un Dios único, llamado “Alá”, y que Mahoma es su profeta definitivo, sus libros son el Corán y la Sunna, donde se recogen los dichos y hechos inspirados por el ángel Gabriel al profeta. Cree en la recompensa de la vida eterna, y en un paraíso feliz a los fieles musulmanes que participen y mueran en la yihad, o guerra santa contra los infieles, judíos y cristianos, imperialistas y colonialistas. Enseña que los judíos y cristianos han corrompido la Biblia, la cultura y la sociedad. Niega la divinidad y la resurrección de Jesucristo, aunque le consideran un profeta, junto con Moisés; y acusan a los cristianos de politeístas.
El Islamismo manda orar varias veces al día, dar la limosna legal a los pobres, ayunar durante el mes de Ramadán y peregrinar una vez a la Meca. Estable como ley, la Sharia, donde se regulan los actos obligatorios, recomendados, desaconsejados y prohibidos; entre ellos, se permite la poligamia, se ordena la plena sumisión de las mujeres casadas al marido y se castiga el adulterio de la mujer con pena de muerte.
Las estructuras de convivencia social, política y religiosa de la civilización islámica son totalmente distintas a las de la civilización occidental, judía- cristiana. La civilización occidental es objeto de rencor y rechazo moral por parte de la civilización islámica, basada en una política teocrática y en unas etnias refractarias al progreso y a la separación entre el poder político y religioso, que hace que la inmensa mayoría de musulmanes vivan en una situación de pobreza, atraso e ignorancia. El terrorismo islámico es un producto y un recurso desesperado de las minorías radicalizadas contra la civilización occidental. El papa Benedicto XVI, siendo cardenal, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en sus conversaciones con los periodistas, Vittorio Messori en 1985 y Peter Seeward en 1996, dijo: “grupos árabes intentan hacer una interpretación del Corán según la teología de la liberación por medio del terrorismo islámico”.
Ambas civilizaciones han estado históricamente desde sus inicios en constantes choques, conflictos y desacuerdos, por medio de guerras, cruzadas, luchas y disputas, dando lugar a millones de muertes humanas y a un inmenso dolor, sufrimiento, destrucción y desconfianza humana mutua. El escritor marroquí Tahar Jelloum hizo un llamamiento urgente a los Estados musulmanes para que: “inicien una revolución cultural que separe la religión de la ideología, es decir, de lo político, y denuncien con energía y sin ambigüedades estos desvíos criminales”, pero ciertos islamistas no están por el diálogo, sino por la lucha.
El sentimiento de los islamistas es, hoy día, de que los judíos y cristianos no tienen moral ni fe religiosa, están secularizados y materializados por la economía del libre mercado y del bienestar económico; sin embargo, ellos se consideran la fuerza religiosa segura y firme, que tiene que decir algo al mundo. En este estado de ideas y de cosas, ¿es posible la alianza entre estas dos civilizaciones, occidental e islámica, como pacto y compromiso de paz, en evitación de guerras y terrorismo?. ¿Tendrá razón Rudyard Kipling, al decir: “Oriente es Oriente y Occidente es Occidente y nunca se encontrarán”. No lo se, al menos intentémoslo mediante el diálogo, que pienso va ser muy complicado y difícil..

José Barros Guede, A Coruña, septiembre 2006