jueves, 16 de agosto de 2007

Madrid - El día de la «Patrona» más castiza


Miles de madrileños llenaron las calles del centro para acompañar en procesión a la Virgen de la Paloma  Los bomberos cumplieron un año más la tradición y bajaron el cuadro del altar para que «paseara» junto a los fieles
La Razón . Boullosa/ N. Platón
MADRID- Una tradición nace con facilidad y es casi imposible de extinguir. Y si enraiza en las pulsiones más básicas y necesarias, es todavía más indestructible. Así, como una roca sólo levemente erosionada por el tiempo, se mantienen las festividades de La Virgen de la Paloma, ejemplo vivo de aquello que se dio en llamar Madrid castizo y que cristalizó en el XIX, cuando Tomás Bretón y Ricardo de la Vega compusieron la zarzuela «La Verbena de la Paloma», un universo mitológico de baja intensidad donde los héroes no eran príncipes guerreros sino honrados artesanos, y el lugar de la Helena de Troya lo ocupaba la modistilla de turno.
Como siempre ajustado a su idea de innovar pero conservar, estuvo presente el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que asistió ayer a la misa solemne en la iglesia de La Paloma y al descendimiento del cuadro que la representa, tarea tradicionalmente encargada a los bomberos del Ayuntamiento.
Devoción «oficiosa»
Dentro y fuera, numerosos devotos. Algunos por cuestión religiosa, como un hombre que afirmaba que «en estas fechas, los templos, en general, están mucho más concurridos»; otros por costumbre pura y dura. «Muchos piensan que la Paloma es la patrona de Madrid, no la Almudena. Y es que para nosotros es mucho más importante», afirmaba un hombre entrado en años y embutido en el tradicional traje de chulapo, haciendo un ejercicio de politeismo inconsciente.
Fuera, y a la espera de que la noche llegase con sus discotecas móviles y sus grupos de culto algo pasados de moda (ayer actuaban Los Brincos, nada menos), un buen número de madrileños se dedicaban ya a reforzar su identidad colectiva a base de limonada , sangría, cervecitas y bocatas de panceta y otros elementos altos en grasa. Los escoltaban los vendedores de flores que atronaban con sus avisos (el ramo a dos euros), la lotera que anunciaba que si uno no se hacía millonario es porque no quería y, en la esquina de la calle, el sempiterno organillo. Símbolos quizá de un tiempo que pasó, pero también realidades perfectamente actuales.
Los jóvenes no faltaban. «A mí me encantan las fiestas así, de barrio, como tienen que ser», comentaba Javier, que trabaja en un taller mecánico y andaba por allí con toda la familia. «Con un poco de pachanguita luego por la noche y ya está. Las cosas claras». No tan claro lo tenían una pareja de provectos chulapos que se quejaban amargamente de que el chotis y otros bailes populares hubiesen quedado en el olvido casi absoluto sepultados por bandas de versiones que lo mismo se arrancan por Rosendo que por Bisbal. Suponemos que tampoco les habrá hecho mucha gracia el concurso de drag-queens castizos de hace unos días.
Pese a las quejas de los veteranos, la realidad es que a la hora de pasear a la Virgen por las calles de la ciudad una riada de chulapos de toda casta, edad y condición precedía la imagen de La Paloma. «No es sólo vestirse de chulapo y salir de fiesta, también es una creencia, una fe que, afortunadamente, va a más», defendían Pablo y Juanita al comienzo de la procesión.
Modesta «La Castiza», Juani «La Chica» y Pilar, «La Chulapona», de la Asociación Tertulia Castiza de Madrid, reivindicaban sus más de 20 años de presencia cada 15 de agosto como vanguardia de la Virgen madrileña. «Fuimos fundadoras de que Madrid fuese adelante y prometimos a La Paloma que vendríamos todos los años», aseguraban. Para confirmar que la devoción no se pierde con la edad, las jóvenes Vanesa y Estefanía, acompañadas de Alfredo, presumían de haber confeccionado sus propios trajes de chulapa. «Éste que llevo puesto lo he hecho entero, con los patrones y el corte de las piezas», aseguraba Vanesa. «El sentir madrileño cada vez va calando más y por eso luchamos, para conservar las raíces», añadía Alfredo.
Incluso para los más noveles en la festividad del 15 de agosto la imagen de La Paloma despierta la devoción. «El año pasado vine por primera vez y me emocioné mucho así que dije que este venía de nuevo y vestida de chulapa», comentaba Virginia mientras aplaudía al Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid que precedía a la Virgen, recibida con vítores por todos los madrileñós que atestaban el recorrido de la procesión

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