jueves, 25 de mayo de 2006

¿QUIÉN NECESITA A QUIÉN?


La Historia es la maestra de la vida, dice el aforismo tan conocido. Aunque para muchos este aforismo no es válido, pues no escarmientan hasta que no lo sufren en su propia piel.
Hoy en España tenemos un gobierno que tiene tanto de laicista como de laico y que se enfrenta a la Iglesia en España. Y uno de los puntos calientes es si el Estado ha de mantener a la Iglesia o ha de marginarla y anularla. Tentación golosa para algunos, tentación que ciega al hombre fanático sin fe.
La Historia nos da pruebas abundantes. La nación judía fue el primer enemigo que tuvo el naciente cristianismo; pero desapareció del mapa la nación judía por veinte siglos, mientras el cristianismo se expandía por el mundo conocido de entonces.
El poderoso Imperio Romano se propuso ahogar en sangre al cristianismo que crecía en sus entrañas. El Imperio que parecía eterno se hundió y tuvo que echarse en brazos del cristianismo a quien tan ferozmente había perseguido.
Las dinastías sacralizadas europeas han desaparecido prácticamente y el Cristianismo permanece y crece en el mundo.
La Rusia comunista perseguidora a muerte de todo lo que sonara a cristiano, se deshojó como una flor seca y el Cristianismo permanece y se arraiga de nuevo.
En la inmensa nación China, enemiga de lo cristiano, se convierten diariamente a la fe en Cristo 150.000 personas.
Hay una invasión secularizadora y nihilista que ya está contemplando el nacimiento de una nueva espiritualidad. Es imposible apagar la necesidad congénita que el hombre tiene de la divinidad. El que puede ser el próximo Presidente de la laica y laicista Francia ha hablado estos días de que hay que apoyar a la religión porque hace una función moralizadora y social imprescindibles y porque satisface las ansias y necesidades espirituales del corazón humano.
La prosperidad auténtica y duradera de un país depende del grado de moralidad que asume; nadie como las religiones propagan y fortalecen la moral de los ciudadanos y de las instituciones. Como decía Balmes: "No es la política la que ha de salvar a la Religión, antes bien, la Religión ha de salvar a la política".
Humildemente tenemos que reconocer los creyentes, la Iglesia, que cumplimos nuestra misión bastante deficitariamente y que demasiadas veces ha abusado de su poder, lo que ha despertado en contra reacciones viscerales de los poderes civiles que se han sentido sometidos ilegítimamente. A lo que hay que añadir no pocos errores, incluso en lo moral, que han sido un impedimento rocoso para el progreso de la humanidad o para la felicidad del ciudadano. La Iglesia necesita urgentemente volver a sus orígenes para transmitir los auténticos valores evangélicos y no enredarse en aspectos más secundarios o desviadores de lo esencial. Valores evangélicos que hacen feliz y agente de felicidad a quien los vive y tiene poder para crear una humanidad en bienestar y paz, en fraternidad y felicidad.
MATÍAS CASTAÑO, SACERDOTE DIOCESANO