jueves, 25 de mayo de 2006

De las fuentes y la Fuente (I).


La propuesta de la fe a los jóvenes en el actual contexto socio-cultural es un reto, y un "sufrimiento" entre los pastores y los evangelizadores de la Iglesia. Aunque no vamos a entrar en ello, basta leer el estudio de la Fundación Santa María, o de sus comentaristas para darnos cuenta del momento en el que vivimos. Por todo esto las preguntas son constantes, y a veces con angustia y derrotismo: ¿cómo evangelizar a los jóvenes? ¿cómo dialogar con ellos? ¿Cuál es la novedad de su vida y su cultura?. ¡No los entiendo!, decimos, y queremos pasarle la tarea a otros.
"Ser uno mismo", es la reivindicación primordial del joven de hoy. Por eso, dicen ellos, no quiero adoctrinamiento, ni alistamiento en ninguna institución. "Yo" experimento, "yo" descubro el sentido de la vida. Nos encontramos ante un hombre autónomo, puesto en pie; formado por el mas puro pensamiento científico-técnico, donde todo tiene que ser valorado "por mi mismo", mis sensaciones y demostraciones puramente personales.
Los Medios de comunicación fomentan este empirismo cultural, mostrando verdades de comportamiento, ante la evidencia de la mayoría o del bienestar que prometen. Son la cadena más fuerte de transmisión de valores culturales, actitudes éticas, formas de vida. Estamos ante un paso nuevo de la historia.
Ante este joven, insisto, puesto en pie, toda la cadena de la transmisión de la fe ha caído estrepitosamente. "No quiero mas rollos", dicen. Hasta ahora, mas o menos, todo "el conocimiento y experiencia de la fe" había sido transmitida, como por un oleaje cultural interrumpido, encadenándose de edad en edad (infancia, infancia adulta, preadolescencia, adolescencia, juventud, etc, etc.); como una herencia cultural sabida y vivida en el diario funcionamiento de la familia, la escuela, la parroquia, y la sociedad. Esto ha saltado por los aires, en su gran mayoría. ¡"Qué aburrimiento"!, dicen sin enfadarse, y no vuelven. Alguna vez protestan y escriben en las paredes del templo o de la casa parroquial: "la mejor iglesia es la que arde". Y en parte, es verdad; no lo de quemar templos, sino, ¿no se nos han quedado todas "las fichas catequéticas" amarillas, repetitivas y usadas? El "acueducto pastoral" del proceso continuo no lleva agua, se nos ha acabado; o está a punto de acabar con algunos encomiables y generosos catequistas que ya no saben que hacer con los muchachos/as. No estoy diciendo que no sea necesario un itinerario de catequesis. Estamos ante un paso nuevo de la Catequesis.
Son muchas las preguntas que hoy surgen entre nosotros. Las resumiremos en dos: ¿son distintos o peores los jóvenes de hoy? ¿qué hacer pastoralmente con ellos? Comenzamos por la primera. Ni son peores, ni son distintos en lo fundamental. A ver, ¿qué joven de cualquier tiempo no se pregunta por el amor, la libertad o la alegría? o ¿por el dolor, la muerte, el sentido de la historia; el sinsentido del hambre o el mal? ¿o por Dios?. Ninguno. Estas preguntas están sembradas en el corazón humano, no por nadie, sino por el mismo Creador que nos creó a imagen del Hijo. En el interior de todo joven, de todos los tiempos, hay una fuente (con minúscula) de búsqueda de lo infinito. Que buscan caminos falsos...que muchos se aprovechan "comercialmente" de esta búsqueda...que deliberadamente ellos, a veces, no quieren saber nada...cierto. Pero buscan esto apasionadamente. Quieren salir del círculo de la "razón instrumental" que como en una jaula de hierro les aprisiona la enseñanza puramente técnica que reciben; de la rigidez de la competitividad laboral que el mercado, dios intocable, les enseña; de los "rayados" sermones de quienes no los practican. Es verdad, que alguna vez se dejan domesticar. Pero huyen. A otra jaula, esta de goma, mas flexible...; la del ocio, la de la noche joven..., el éxtasis del sexo, el botellón...el vértigo de la velocidad, de las "experiencias fuertes"; buscan el oxígeno de la naturaleza. No paran. Buscan fuera de si.
Tomás Durán Sánchez.
Delegado Diocesano de Pastoral de la Juventud.